sábado, 15 de agosto de 2009

R E F L E X I Ó N


Hoy mientras caminaba y analizaba profundamente cada paso que diste pude ver el clímax de lo que fue aquel periodo de pura piedad. Enamoraba tu manera de pensar, de anhelar e imaginar por las noches oscuras, y tus heridas dejaban mal parado a tu orgullo, que por aquel momento te había abandonado. Sin más pena ni gloria, no sabias a donde ir y en la pura penumbra de la soledad tomaste aquella decisión fundamental. Te arriesgaste a dejar atrás lo vivido, y ese dulce perfume dominaba sin censura, pero no pudieron vencer tus barreras.
El despertador te sorprendió, navegando por un sueño de copas vacías y penas desbordantes. Otro día cuesta arriba, la metáfora del viejo sur sonaba en tu mente, pero tu rebeldía la castigó, apagando el eco de la voz ronca. La basura de tus momentos, acumulaba agonía, y asomaba la bohemia que dulce y fiel compañera de tus ojos, brindaba un espectáculo entrando el amanecer. La textura de otros labios, apenas rozaban tu piel, y un extraño aroma perfumaba la sabana del ambiente. Sin más remedio que quedar hundido en los sueños de aquella ocasional compañera, dejaste que las agujas corrieran para olvidar los abismos de la noche de ayer, y sí que cuesta dejarte ir, y como duelen los besos que quedaron sobre mí. Pero el viento nos soplo, y apago la luz de la llama que a la par sosteníamos, dejándonos oscuros y perdidos, sin excusas ni pretextos absurdos, saboreando lo real. Le cantabas a tu suerte, falta-envido en la estación, y el destino retruco de la peor forma, te quedaste en yanta, sin auxilio ni remolque que pudiera borrarla un instante.
Ahora ves, el tiempo pasa y las memorias quedan. Y ahora en el mismo cuarto, en las mismas paredes de mi habitación, en el ambiente en que solíamos volar juntos, solo habitan los recuerdos de cada actuación. Te quiero oír gritar, te quiero ver sonreír, y que por un momento me hagas sentir, igual que ayer. No lo podes comprender, aún estas en la mente y las tardes de café, y las noches de justicia te traen para verme derrotado una vez más. Después de verse tropezar, después de tanto caminar, llego a donde todos van, pero no sabia donde ir, y esa piel suele ser traicionera, de tentar a los sentidos. Sin embargo el tiempo nos aleja del rayo de calor, y las palabras flaquean faltas de emoción, invisibles al tacto del que dicta, en medio de tantas asperezas.

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